Tenemos que reforzar las competencias del Estado en Educación y Sanidad». «En las elecciones me la juego yo y los gallegos, no Rajoy
–¿La gestión de Rajoy le complica las elecciones?
–Las elecciones generales se celebraron hace ocho meses y Rajoy tiene un mandato de cuatro años. En Galicia han transcurrido más de tres años de legislatura y hay que decidir entre la estabilidad del actual Gobierno o que se abra un periodo de inestabilidad en el que tres o más partidos se pongan de acuerdo en cómo se reparten el gobierno.
–Pero es inevitable que esas elecciones se lean también como un plebiscito sobre el Gobierno de Rajoy, ¿no?
–Los gallegos saben distinguir entre unas elecciones generales, regionales y locales. Saben muy bien que no votan los ocho meses de Gobierno de Rajoy, sino los casi cuatro años de Feijóo. En momentos también difíciles para el PSOE, ganó Bono en Castilla-La Mancha o Ibarra en Extremadura, aunque es verdad que allí no necesitaban mayoría absoluta.
–En Madrid dicen que Rajoy sí que se la juega.
–Me la juego yo. Rajoy seguirá siendo presidente del Gobierno, pero si perdemos, yo dejaré de ser presidente de la Xunta. Y se la juegan también los gallegos. Nosotros presentamos un proyecto conocido que consiste en no mentir a la gente; en no negar la realidad; y en buscar un equilibrio entre la mejora de los servicios públicos y el control del déficit. Galicia es la comunidad que ha incrementado más los servicios públicos durante la crisis y que ha conseguido sujetar su déficit. Y es la única que no ha necesitado un euro de los 50.000 millones que el Gobierno de Rajoy ha tenido que poner a disposición de las comunidades por sus desequilibrios financieros.
–¿Qué le queda por hacer en Galicia?
–Conseguir que lleguemos a 2016 con crecimiento, empleo y manteniendo la solvencia del autogobierno. Hay pocas comunidades que tengan esos objetivos más cerca, ya que la mayoría está todavía luchando contra el déficit, la deuda, la falta de pago o la disminución de los servicios públicos.
–¿Puede comprometerse a que ya no hará más recortes?
–Me comprometo a seguir mejorando los servicios públicos. A finalizar los hospitales que están en marcha; a terminar los 15 centros de salud ya solicitados; a mejorar el sistema de financiación de la Justicia o a continuar incrementado las plazas de guardería y centros de día. También me comprometo a continuar mejorando la productividad del sector naval y de la automoción.
–¿Y de dónde va a sacar el dinero para financiar ese gasto cuando está atado de manos por el objetivo de déficit?
–Cuando llegué a la Xunta me encontré con 2.200 millones de facturas sin presupuesto. El año pasado ahorramos cien millones de euros en farmacia; y este año, otros cien. El dinero sale de hacer más con menos. Hemos reducido un 50 por ciento los altos cargos; y un 95 por ciento los delegados de la Xunta. Menos gasto burocrático permite tener más gasto en servicios públicos; ofrecer las tasas universitarias más bajas de España; que los pensionistas no tengan que anticipar su dinero cuando lleguen a los ocho euros y ofrecer Sanidad a 9.000 inmigrantes. Yo no he bajado un euro la nómina de los empleados públicos.
–Si Galicia es un modelo a seguir, ¿qué están haciendo mal las otras comunidades?
–A mí me corresponde defender con datos lo que ha conseguido la sociedad gallega con su esfuerzo. Hoy somos la comunidad con menos déficit y no hemos tenido que pedir al Gobierno central ni un euro. La alternativa es volver a repartir cargos, competencias y dinero que no hay, y formar otra vez parte del anecdotario nacional por nuestras políticas y discusiones.
–¿Qué piensa de la exigencia de la Generalitat catalana del pacto fiscal?
–Que se equivocan de prioridades.
–¿Pero es viable?
–Es imposible repartir lo que no existe. El Estado tiene déficit; no presupuesto.
–¿El «rescate» del «núcleo duro» de las comunidades confirma que el modelo autonómico es insostenible?
–No entiendo como un «rescate» que una comunidad acuda a un fondo porque los mercados están cerrados. Rescatar significa que con el presupuesto autorizado no puede atender a sus servicios públicos.
–Pero Cataluña y Andalucía, por poner un ejemplo, han reconocido que no tienen dinero para seguir pagando nóminas dentro de su presupuesto autorizado, pese a las ayudas que ya han recibido.
–Las comunidades están haciendo un enorme esfuerzo: tienen que cumplir con su déficit y hay que ayudarlas.
–¿Sin más exigencias a cambio?
–Están donde están porque han tenido que gestionar dos presupuestos falsos elaborados por el Gobierno socialista, los de 2008 y 2009. Aunque también es verdad que en algunos casos sus propios gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias. En cuanto a las exigencias, el requisito básico es cumplir el déficit público.
–No contestó antes a la pregunta de si este modelo autonómico ha dejado de ser sostenible.
–Las comunidades a veces han incurrido en un gasto excesivo. Y hay que corregir cosas y repensar la legislación básica para que no haya 17 modelos sanitarios, educativos o sociales. El Estado debe tener más competencia para poder obligar a las comunidades a ajustarse, por ejemplo, a una cartera única de prestaciones. Por tanto, es verdad que hay que hacer ajustes, pero eso no debe ser una enmienda a la totalidad. Y un apunte más, es evidente que con una caída de ingresos de 70.000 millones de euros no podemos permitirnos los mismos servicios públicos.
–Pero el ciudadano se pregunta por qué hay que seguir recortando servicios públicos y no se recorta más la grasa administrativa o el estado de bienestar de los políticos.
–Cada uno tiene que responder por lo que ha hecho. En Galicia queda una de cada tres empresas públicas; los 51 delegados de la Xunta son ahora cinco; sólo hay coche oficial para los miembros del Gobierno, y somos 8 más el presidente; y se ha reducido el 50 por ciento de altos cargos. Los miembros de mi Gobierno cobran un 18 por ciento menos; y yo, un 22 por ciento. He propuesto incluso, y lo llevo en mi programa, reducir el número de diputados y resulta que el PSOE y el Bloque se han negado. Creo que éste es el camino y que esto es lo que ha hecho que la Administración gallega sea la más barata de los últimos 20 años. Ahora bien, sin duda que se pueden hacer más cosas. Y seguro que tiene sentido preguntarse si en este momento podemos mantener 8.000 ayuntamientos, 54 diputaciones, 17 parlamentos autonómicos, y ministerios con competencia exclusiva en materias transferidas a las comunidades.
–¿Cómo se gestiona una crisis cuando cada medida marcada por el Gobierno provoca una rebelión autonómica por motivos económicos o ideológicos?
–Los únicos gobiernos que se han rebelado han sido el andaluz y el vasco. Otra cosa es que pueda haber matices en función de la realidad que cada uno tiene que administrar.
–¿Usted ha revisado la política de Sanidad con los inmigrantes ilegales porque considera que está mal planteada?
–Galicia es la comunidad más envejecida de Europa, junto a Castilla y León y Asturias. Y el número de inmigrantes no llega a 9.000. Tenemos la obligación de tener en cuenta esos dos factores, y además también ponemos condiciones. Deben llevar seis meses en la comunidad, tendrán que pagarse la farmacia y tienen que acreditar que no tienen recursos. Entiendo que haya quien discuta que todo el Estado no sea una fotocopia mimética, pero la realidad es la que es. Tengo competencia en ello y dentro del cumplimiento de mi presupuesto he considerado que es legítimo dedicar unos recursos para ayudar a esas personas. Si tuviera otro porcentaje de inmigración seguro que hubiera actuado de otra manera.
–¿La Educación y la Sanidad son viables con los recortes ya aplicados?
–La racionalización del gasto hace que sean mucho más viables.
–¿Pero harán falta más?
–El tiempo dirá: dará y quitará razones. Si conseguimos controlar la prima de riesgo, y que la deuda no nos cueste 8.000 millones de euros más sólo en intereses, entonces tendremos más dinero para los servicios públicos. Todo depende de cómo evolucione la economía.
–¿Qué le parece que haya una mayoría que opine que sobran políticos?
–En algunos casos tienen razón. Pero también creo que hay políticos honrados que están prestando un gran servicio público. Si los honrados y con formación se marchan de la política, las cosas nos irán mucho peor. Hay que recuperar la política de principios y de valores. Y oye, los políticos también viven de su nómina y si no les gusta, tendrán que dedicarse a otra cosa.
–¿Quiere decir que están mal pagados?
–Hay políticos que podrían ganar mucho más en empresas privadas. Seguro. Y doblemente seguro que otros cobrarían mucho menos.
–¿Le preocupa la desafección de la calle hacia su partido por los recortes?
–Me preocupa que no seamos capaces de explicar el siniestro total de la economía que nos hemos encontrado. Y la desafección de los ciudadanos de buena fe es síntoma de que hace falta más pedagogía, respeto y humildad. El interés de tensionar por parte de los mismos que crearon el problema sólo me entristece. Es llamativo ver a dirigentes del PSOE en manifestaciones contra problemas que han provocado ellos con su gestión. La radicalidad no trae nada bueno. Como tampoco lo trae que en el exterior se dé la sensación de que España es un caos por las imágenes de cargos de IU vaciando las estanterías de supermercados.
–¿Teme que UPyD y Conde le hagan un «roto» en sus perspectivas electorales?
–Votarles es apostar por el desgobierno en Galicia y apoyar que gobiernen los nacionalistas y los socialistas. Es facilitarle las cosas a aquéllos contra quienes formalmente se presentan.
–Las elecciones generales se celebraron hace ocho meses y Rajoy tiene un mandato de cuatro años. En Galicia han transcurrido más de tres años de legislatura y hay que decidir entre la estabilidad del actual Gobierno o que se abra un periodo de inestabilidad en el que tres o más partidos se pongan de acuerdo en cómo se reparten el gobierno.
–Pero es inevitable que esas elecciones se lean también como un plebiscito sobre el Gobierno de Rajoy, ¿no?
–Los gallegos saben distinguir entre unas elecciones generales, regionales y locales. Saben muy bien que no votan los ocho meses de Gobierno de Rajoy, sino los casi cuatro años de Feijóo. En momentos también difíciles para el PSOE, ganó Bono en Castilla-La Mancha o Ibarra en Extremadura, aunque es verdad que allí no necesitaban mayoría absoluta.
–En Madrid dicen que Rajoy sí que se la juega.
–Me la juego yo. Rajoy seguirá siendo presidente del Gobierno, pero si perdemos, yo dejaré de ser presidente de la Xunta. Y se la juegan también los gallegos. Nosotros presentamos un proyecto conocido que consiste en no mentir a la gente; en no negar la realidad; y en buscar un equilibrio entre la mejora de los servicios públicos y el control del déficit. Galicia es la comunidad que ha incrementado más los servicios públicos durante la crisis y que ha conseguido sujetar su déficit. Y es la única que no ha necesitado un euro de los 50.000 millones que el Gobierno de Rajoy ha tenido que poner a disposición de las comunidades por sus desequilibrios financieros.
–¿Qué le queda por hacer en Galicia?
–Conseguir que lleguemos a 2016 con crecimiento, empleo y manteniendo la solvencia del autogobierno. Hay pocas comunidades que tengan esos objetivos más cerca, ya que la mayoría está todavía luchando contra el déficit, la deuda, la falta de pago o la disminución de los servicios públicos.
–¿Puede comprometerse a que ya no hará más recortes?
–Me comprometo a seguir mejorando los servicios públicos. A finalizar los hospitales que están en marcha; a terminar los 15 centros de salud ya solicitados; a mejorar el sistema de financiación de la Justicia o a continuar incrementado las plazas de guardería y centros de día. También me comprometo a continuar mejorando la productividad del sector naval y de la automoción.
–¿Y de dónde va a sacar el dinero para financiar ese gasto cuando está atado de manos por el objetivo de déficit?
–Cuando llegué a la Xunta me encontré con 2.200 millones de facturas sin presupuesto. El año pasado ahorramos cien millones de euros en farmacia; y este año, otros cien. El dinero sale de hacer más con menos. Hemos reducido un 50 por ciento los altos cargos; y un 95 por ciento los delegados de la Xunta. Menos gasto burocrático permite tener más gasto en servicios públicos; ofrecer las tasas universitarias más bajas de España; que los pensionistas no tengan que anticipar su dinero cuando lleguen a los ocho euros y ofrecer Sanidad a 9.000 inmigrantes. Yo no he bajado un euro la nómina de los empleados públicos.
–Si Galicia es un modelo a seguir, ¿qué están haciendo mal las otras comunidades?
–A mí me corresponde defender con datos lo que ha conseguido la sociedad gallega con su esfuerzo. Hoy somos la comunidad con menos déficit y no hemos tenido que pedir al Gobierno central ni un euro. La alternativa es volver a repartir cargos, competencias y dinero que no hay, y formar otra vez parte del anecdotario nacional por nuestras políticas y discusiones.
–¿Qué piensa de la exigencia de la Generalitat catalana del pacto fiscal?
–Que se equivocan de prioridades.
–¿Pero es viable?
–Es imposible repartir lo que no existe. El Estado tiene déficit; no presupuesto.
–¿El «rescate» del «núcleo duro» de las comunidades confirma que el modelo autonómico es insostenible?
–No entiendo como un «rescate» que una comunidad acuda a un fondo porque los mercados están cerrados. Rescatar significa que con el presupuesto autorizado no puede atender a sus servicios públicos.
–Pero Cataluña y Andalucía, por poner un ejemplo, han reconocido que no tienen dinero para seguir pagando nóminas dentro de su presupuesto autorizado, pese a las ayudas que ya han recibido.
–Las comunidades están haciendo un enorme esfuerzo: tienen que cumplir con su déficit y hay que ayudarlas.
–¿Sin más exigencias a cambio?
–Están donde están porque han tenido que gestionar dos presupuestos falsos elaborados por el Gobierno socialista, los de 2008 y 2009. Aunque también es verdad que en algunos casos sus propios gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias. En cuanto a las exigencias, el requisito básico es cumplir el déficit público.
–No contestó antes a la pregunta de si este modelo autonómico ha dejado de ser sostenible.
–Las comunidades a veces han incurrido en un gasto excesivo. Y hay que corregir cosas y repensar la legislación básica para que no haya 17 modelos sanitarios, educativos o sociales. El Estado debe tener más competencia para poder obligar a las comunidades a ajustarse, por ejemplo, a una cartera única de prestaciones. Por tanto, es verdad que hay que hacer ajustes, pero eso no debe ser una enmienda a la totalidad. Y un apunte más, es evidente que con una caída de ingresos de 70.000 millones de euros no podemos permitirnos los mismos servicios públicos.
–Pero el ciudadano se pregunta por qué hay que seguir recortando servicios públicos y no se recorta más la grasa administrativa o el estado de bienestar de los políticos.
–Cada uno tiene que responder por lo que ha hecho. En Galicia queda una de cada tres empresas públicas; los 51 delegados de la Xunta son ahora cinco; sólo hay coche oficial para los miembros del Gobierno, y somos 8 más el presidente; y se ha reducido el 50 por ciento de altos cargos. Los miembros de mi Gobierno cobran un 18 por ciento menos; y yo, un 22 por ciento. He propuesto incluso, y lo llevo en mi programa, reducir el número de diputados y resulta que el PSOE y el Bloque se han negado. Creo que éste es el camino y que esto es lo que ha hecho que la Administración gallega sea la más barata de los últimos 20 años. Ahora bien, sin duda que se pueden hacer más cosas. Y seguro que tiene sentido preguntarse si en este momento podemos mantener 8.000 ayuntamientos, 54 diputaciones, 17 parlamentos autonómicos, y ministerios con competencia exclusiva en materias transferidas a las comunidades.
–¿Cómo se gestiona una crisis cuando cada medida marcada por el Gobierno provoca una rebelión autonómica por motivos económicos o ideológicos?
–Los únicos gobiernos que se han rebelado han sido el andaluz y el vasco. Otra cosa es que pueda haber matices en función de la realidad que cada uno tiene que administrar.
–¿Usted ha revisado la política de Sanidad con los inmigrantes ilegales porque considera que está mal planteada?
–Galicia es la comunidad más envejecida de Europa, junto a Castilla y León y Asturias. Y el número de inmigrantes no llega a 9.000. Tenemos la obligación de tener en cuenta esos dos factores, y además también ponemos condiciones. Deben llevar seis meses en la comunidad, tendrán que pagarse la farmacia y tienen que acreditar que no tienen recursos. Entiendo que haya quien discuta que todo el Estado no sea una fotocopia mimética, pero la realidad es la que es. Tengo competencia en ello y dentro del cumplimiento de mi presupuesto he considerado que es legítimo dedicar unos recursos para ayudar a esas personas. Si tuviera otro porcentaje de inmigración seguro que hubiera actuado de otra manera.
–¿La Educación y la Sanidad son viables con los recortes ya aplicados?
–La racionalización del gasto hace que sean mucho más viables.
–¿Pero harán falta más?
–El tiempo dirá: dará y quitará razones. Si conseguimos controlar la prima de riesgo, y que la deuda no nos cueste 8.000 millones de euros más sólo en intereses, entonces tendremos más dinero para los servicios públicos. Todo depende de cómo evolucione la economía.
–¿Qué le parece que haya una mayoría que opine que sobran políticos?
–En algunos casos tienen razón. Pero también creo que hay políticos honrados que están prestando un gran servicio público. Si los honrados y con formación se marchan de la política, las cosas nos irán mucho peor. Hay que recuperar la política de principios y de valores. Y oye, los políticos también viven de su nómina y si no les gusta, tendrán que dedicarse a otra cosa.
–¿Quiere decir que están mal pagados?
–Hay políticos que podrían ganar mucho más en empresas privadas. Seguro. Y doblemente seguro que otros cobrarían mucho menos.
–¿Le preocupa la desafección de la calle hacia su partido por los recortes?
–Me preocupa que no seamos capaces de explicar el siniestro total de la economía que nos hemos encontrado. Y la desafección de los ciudadanos de buena fe es síntoma de que hace falta más pedagogía, respeto y humildad. El interés de tensionar por parte de los mismos que crearon el problema sólo me entristece. Es llamativo ver a dirigentes del PSOE en manifestaciones contra problemas que han provocado ellos con su gestión. La radicalidad no trae nada bueno. Como tampoco lo trae que en el exterior se dé la sensación de que España es un caos por las imágenes de cargos de IU vaciando las estanterías de supermercados.
–¿Teme que UPyD y Conde le hagan un «roto» en sus perspectivas electorales?
–Votarles es apostar por el desgobierno en Galicia y apoyar que gobiernen los nacionalistas y los socialistas. Es facilitarle las cosas a aquéllos contra quienes formalmente se presentan.
Fuente: La Razon

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